Hace algunas semanas mi nostalgia se disparó cuando vi los últimos minutos de un programa en Cartoon Network. Se observaban imágenes alegres de episodios pasados mientras el narrador comentaba con voz firme y decidida: "Un poco torpe, alegre y muy cariñoso". Con estas palabras se describía la personalidad de Goku, el inconfundible protagonista de la serie japonesa Dragonball, creada por Akira Toriyama primero como manga en 1984 y que luego alcanzó su mayor popularidad en las pantallas de televisión como serie de Animé.
En los 90s este programa se convirtió en todo un fenómeno, especialmente en Latinoamérica, donde la serie fue (y aún hoy es) transmitida sin mayores cortes ni censuras. La característica más sobresaliente de esta serie y la que en un momento dado llamó la atención incluso de los padres, como bien me lo hizo saber en aquel entonces uno de ellos, fue el hecho de que los protagonistas envejecíeran. Esto era una novedad, especialmente para un programa de dibujos animados. Es así como durante los 508 capítulos y casi 20 películas que duró esta serie, su característica principal fue la de mantener una creciente continuidad.
Fue así como llevado por esta nostalgia, se me ocurrió usar a Dragonball para explicar este fenómeno llamado continuidad y que tantos dolores de cabeza ha traído a fanáticos y editores en los últimos años. El artículo en cuestión podeís consultarlo en Comicverso, siguiendo el siguiente enlace:
Como siempre, los invito para que no olviden dejar allí sus opiniones y comentarios al respecto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario